El keynesianismo es una teoría económica que defiende la intervención del Estado en la economía para mantener el equilibrio y revertir los ciclos de crisis. Según esta teoría, el mercado no se regula de forma natural y los gobiernos deben minimizar las fluctuaciones económicas.
El keynesianismo se basa en la idea de que la variable que mueve la actividad económica es la demanda. Esta demanda está compuesta por el consumo de los ciudadanos, las inversiones de las empresas y bancos, el gasto público y las exportaciones. Según Keynes, la economía está en equilibrio cuando la demanda es igual a la oferta, pero el mercado no puede regularse solo, por lo que los gobiernos deben intervenir para evitar desequilibrios.
La demanda como variable clave
El keynesianismo se fundamenta en la idea de que la demanda es la variable clave que impulsa la actividad económica. Según esta teoría, el nivel de demanda determina la producción y el empleo en una economía. Si la demanda es insuficiente, se generará desempleo y una disminución en la producción. Por el contrario, si la demanda es alta, se estimulará la producción y se generará empleo.
La demanda está compuesta por varios componentes. En primer lugar, está el consumo de los ciudadanos, que representa el gasto en bienes y servicios por parte de las familias. El consumo es impulsado por el nivel de ingresos de los individuos, su capacidad de endeudamiento y sus expectativas sobre el futuro económico.
En segundo lugar, están las inversiones de las empresas y bancos. Las inversiones son el gasto en bienes de capital, como maquinaria y equipos, que se realiza con el objetivo de aumentar la producción y la productividad. Las decisiones de inversión están influenciadas por factores como las tasas de interés, la confianza empresarial y las expectativas de crecimiento económico.
En tercer lugar, está el gasto público, que incluye el gasto del gobierno en bienes y servicios, así como las transferencias y los subsidios. El gasto público puede ser utilizado como una herramienta para estimular la demanda agregada y la actividad económica. Por último, están las exportaciones, que representan el valor de los bienes y servicios vendidos al extranjero. Las exportaciones pueden impulsar la demanda agregada si son mayores que las importaciones.
Según Keynes, la economía está en equilibrio cuando la demanda es igual a la oferta. Sin embargo, el mercado no puede regularse solo para alcanzar este equilibrio. Los gobiernos deben intervenir para evitar desequilibrios y minimizar las fluctuaciones económicas.
Políticas expansivas para abordar el desempleo
Una de las principales preocupaciones del keynesianismo es el desempleo. Keynes argumenta que el desempleo es causado por una insuficiencia en la demanda agregada. Cuando la demanda es baja, las empresas reducen su producción y, como resultado, despiden trabajadores.
Para abordar este problema, Keynes propone que el gobierno aumente la demanda agregada a través de políticas expansivas. Estas políticas buscan estimular el consumo, la inversión y el gasto público para impulsar la demanda y generar empleo.
Reducción de impuestos
Una de las medidas que se pueden tomar para aumentar la demanda es la reducción de impuestos a las familias. Esto les permitirá disponer de más dinero para consumir, lo que a su vez estimulará la actividad económica. Al tener más dinero disponible, las familias podrán aumentar su consumo de bienes y servicios, lo que a su vez generará una mayor demanda y estimulará la producción y el empleo.
Disminución de intereses
Otra medida es la disminución de los intereses a las empresas y bancos. Esto incentivará la inversión y el crédito, lo que a su vez generará empleo y estimulará la demanda. Al reducir los costos de financiamiento, las empresas podrán realizar inversiones en nuevos proyectos y contratar más trabajadores, lo que impulsará la actividad económica.
Inversión en infraestructuras
El gobierno también puede impulsar la demanda a través de la construcción de infraestructuras, como carreteras, puentes y hospitales. Estas obras generarán empleo y estimularán la actividad económica. Además, la inversión en infraestructuras puede tener efectos positivos a largo plazo, ya que mejora la productividad y la competitividad de la economía.
Políticas restrictivas para controlar la inflación
Por otro lado, cuando hay una sobreproducción y los precios suben, el gobierno debe aplicar políticas restrictivas que desincentiven las compras, como subir impuestos o encarecer las transacciones bancarias. Según el keynesianismo, el desempleo y la inflación no deben coexistir en el mismo ciclo económico, por lo que se deben alternar políticas expansivas y restrictivas.
Aumento de impuestos
Una medida que se puede tomar para controlar la inflación es el aumento de impuestos. Esto reduce la capacidad de compra de los consumidores y desincentiva el gasto excesivo. Al aumentar los impuestos, el gobierno reduce la disponibilidad de dinero en la economía, lo que a su vez reduce la demanda y controla la inflación.
Encarecimiento de transacciones bancarias
Otra medida es el encarecimiento de las transacciones bancarias, como el aumento de las comisiones por transferencias o el incremento de los intereses de los préstamos. Esto desincentiva el endeudamiento y reduce la demanda. Al encarecer las transacciones bancarias, el gobierno reduce la disponibilidad de crédito y desincentiva el consumo excesivo, lo que ayuda a controlar la inflación.
Relevancia histórica y actualidad del keynesianismo
El keynesianismo tuvo éxito en la recuperación de la Gran Depresión en Estados Unidos en los años treinta, gracias al New Deal implementado por el presidente Franklin D. Roosevelt. El New Deal incluyó medidas expansivas, como la inversión en infraestructuras y la creación de empleo público, que ayudaron a estimular la demanda y sacar a la economía de la recesión.
Sin embargo, la teoría perdió relevancia después de la crisis del petróleo de 1973, cuando los altos costos de la energía provocaron una coincidencia de desempleo e inflación para la cual Keynes no tenía respuesta. La crisis del petróleo generó una situación conocida como estanflación, que desafió las ideas keynesianas y llevó a un resurgimiento del liberalismo económico.
En los últimos años, el keynesianismo ha vuelto a ganar relevancia tras la crisis económica de 2008. Se ha reconocido que las políticas de austeridad y la reducción del papel estatal en la economía, defendidas por el liberalismo, han agravado la crisis en algunos países. El Fondo Monetario Internacional y la Unión Europea han admitido que recortar el gasto público ha sido un error y se han propuesto evitar repetirlo.
Los elementos básicos del análisis keynesiano son la intervención del Estado en la economía para mantener el equilibrio y revertir los ciclos de crisis, la importancia de la demanda como variable que mueve la actividad económica, la necesidad de políticas contracíclicas para abordar el desempleo y la inflación, y el reconocimiento de que la reducción del gasto público puede agravar la crisis.